miércoles, 1 de diciembre de 2010

Acompáñame al cielo

La extraña sensación recorre mi espina mientras tu mano baja desde mi cabeza hasta mi mejilla. Luego sujetas mi cabello y yo pienso "ya está. Ya no puedo más", pero me controlo y no me avalanzo hacia ti, como hubiese hecho unos días atrás. Me preocupa mi situación, no puedo dejar de desearte y no me dejas dejar de hacerlo.

Tratas de jalarme hacia ti y yo, con toda mi soberbia, te digo "¿qué te pasa?". Tú te avergüenzas y eso no es lo que quiero, pero qué más queda. Tengo que fingir que no te siento, que no te pienso... que no te quiero. Qué falsa soy, qué falsa me siento. Soy una mentira andante, ¿y por qué? Por orgullo, por no volver a salir herida.

¿Vale la pena? Qué sé yo, pero si me sigo con estas artimañas, nunca lo sabré. Y el precio por el riesgo es demasiado alto. Ya he pasado por eso y, definitivamente, no me gustó.

Me acuerdo de tus besos, y por un momento dejo que te acerques un poquito más. Cuando empiezo a recordar que me besabas más fuerte, más apasionado y me empezabas a desnudar, me detengo. Si dejo que los pensamientos me embarguen, habré perdido. Y tú también.

No sé qué hago acá contigo, soy una idiota. Me dejé llevar por tu voz, cuando la sentí en mi oído, simplemente me envolvió y dejé que me capturara, y aquí estoy, derritiéndome nuevamente por ti, y pensando qué rico sería arrancarte toda la ropa y hacerte el amor sobre esa mesa. Tú me arrancarías la blusa y me besarías el cuello, yo te sacaría el polo y clavaría suavemente mis uñas en tu espalda, luego me cargarías y... Me detengo. Debo tener un poco más de autocontrol.

Quiero dejarme llevar por el momento y, sin embargo, reúno todas las fuerzas que le quedan a mi excitado cuerpo y las canalizo hacia mi boca con un "no". "¿Qué?" me preguntas, porque acabo de interrumpir, con mi estúpida calentura, tu historia sobre tu estúpido día en la oficina.

Y ahí me tienes, imaginándote desnudo mientras tú me cuentas alguna trivialidad. Genial. "Ahora bésame", pienso. Pero eres tan tonto que escoges mis momentos de cordura para intentarlo... Pedazo de idiota. ¿Es tan difícil darse cuenta cuando una chica desea a un chico? ¿No se ve en mi cara de tarada? ¿No notas mis pechos más cercanos, mi espalda más arqueada, mi cabello tirado a un costado y mi disimulada pasada de lengua por los labios? ¿Hace falta que me desnude para que lo notes?

¿Cómo me quito esto? Si pienso en todo lo que pasamos, o me voy a lanzar sobre ti o me voy a pegar un tiro. Si trato de imaginarte de alguna otra forma, no resulta, porque en cualquiera de mis pensamientos, terminas desnudo y tratando de quitarme la ropa a mí.

De pronto te callas y me miras. Te has dado cuenta, y te lanzas sobre la oportunidad. ¿Me dejo llevar? Recuerdo todo y me dejo llevar. Luego dejo de pensar, y te lo hago saber con un "vámonos de aquí", y nos vamos.

Todo es tal cual lo imaginé. Me sacas la ropa y me besas el cuerpo, te saco la ropa y rasgo tu espalda. Me encanta cómo me haces cerrar los ojos, y cómo me haces abrirlos, cómo recorres mi cuerpo y me llevas a otro mundo, cómo intentas dominarme y hacerme pensar que yo te domino. Me llevas al cielo y luego me acompañas. Nos besamos una vez más y luego nos dormimos.

Al despertar, el remordimiento se siente un tanto estúpido, pero nos miramos con vergüenza y buscamos nuestra ropa mientras tratamos de tapar nuestra desnudez, como si lo de anoche hubiese sido un sueño y en realidad no nos hubiésemos visto desde todos los ángulos posibles. Hipócritas.

"Bueno", digo. "Bueno", dices. Me miras unos segundos y luego me besas. "Te amo, esa es la verdad", y yo trato con todas mis fuerzas de no derretirme, pero es inevitable, y siento que debo volver a sacarte la ropa. Solo te respondo con un "yo también".

Pero nada ha cambiado, solo que anoche fue más intenso. Por la separación, asumo... No quiero hacerme ideas.

Tomo mi cartera, y dices que me llamarás más tarde. Te doy un beso en la mejilla y salgo de tu depa. En el ascensor me arreglo el cabello y trato de quitarme un poco el maquillaje corrido. Salgo del edificio y cruzo la calle. Tomo un taxi y mi teléfono suena. En la pantalla aparece tu nombre. Contesto. "Hola", dices. "Deténgase, por favor", le digo al taxista. Me bajo y ahí estás tú.

Lunes, 22 de noviembre de 2010.

martes, 12 de octubre de 2010

Diario de una dieta - Día 1

La dieta recomenzó y se vino con todo. Pensé que iba a ser más costoso de lo que fue, pero resulta que ayer me fue muy bien... Claro que hubo sus detallitos. Aquí les explico por qué.

Mi desayuno fue una rica tortilla de huevo y hot dog (o jod god como dicen algunos en Perú), fritos en poquitísimo aceite (no me volví millonaria de un día a otro, así que no tengo aceite de oliva. Vamos con el que hay). Para mojar el paladar, un cortadito, endulzado con edulcorante, claro está. No se permite el azúcar.

Para el almuerzo es que aparecieron los "detallitos". El tema es que Camilo y Felipe, mis compañeros de depa, me invitaron el almuerzo... y habían preparado lentejas con arroz. La verdad es que estaban muy, muy ricas y me llené bastante aunque comí poco arroz (no soy muy arrocera, felizmente). Comí más ensalada, así que mi mente está considerando esta comida como sana. ¡Tsshhh! Sana he dicho.

En la cena sí se me vino el hambre vorazmente, perooooo ¡supe controlarla! ¡Ja! Cuando empecé mi dieta anterior, me di cuenta que si dejaba que pasara un rato cuando tenía mucho hambre, poco a poco este disminuía. Ojo, no digo que desaparecía, pero sí bajaba un tanto. Ahora, esto es tema mío, no es que esté bien dejar de comer por completo y así el hambre va a pasar, eso es absurdo, así que dejo por sentado que esto es algo de mi organismo que no debe usted intentar en casa y sin la ayuda de un profesional.

Siguiendo con el tema, mi cena fue un jod god frito y un poco de la ensalada que quedó del almuerzo (lechuga y tomate con un toquecito de aceite, limón, sal y pimienta). De nuevo, para acompañar, un cortadito con su edulcorante más.

Pensé que no me llenaría, así que miré de reojo el pote de dulce de leche al fondo de la refri, y luego me volteé. Creo que no se dio cuenta.

Comí despacio porque cuando lo hago me lleno más (en los seres humanos normales es al verrés, pero en miky es así). Y me llené. Sí, me llené, y hasta hoy. El pote de dulce de leche me miró hoy por la mañana mientras preparaba mi cortadito, pero no le hice caso. Dicen que cuando dejas de prestarle atención a alguien -o algo- luego la torta se voltea y la atención va hacia ti. Creo que eso pasó con el dulce de leche. Pero déjame decirte, ex bff, que ya no siento nada por ti. Nuestra relación solo supo hacerme daño, así que hasta aquí no más. Me voy con mi cortadito.

lunes, 11 de octubre de 2010

Chaucito, dulce de leche.

OK, llegué a Argentina hace tres meses con mi récord de 13 kilos bajados. No pienso escribir mi peso anterior ni el actual, porque simplemente no me da la gana de hacerlo (y porque no sé el actual), pero el hecho es que desde que llegué me dejé llevar por los fuckin alfajores, Bon o bon, chupetines, dulce de leche, helados de dulce de leche, caramelos de dulce de leche, milanesas de dulce de leche... Está bien, no existe tal cosa como milanesas de dulce de leche, pero casi casi. ¡Todo es dulce de leche!

El punto es que volví a subir de peso. Ni de broma a como estaba antes, pero algo he subido, así que me he propuesto reiniciar mi dieta-milagrosa-hazme-bajar-trece-kilos, y empecé hoy.

El motivo de este post es que me dieron ganas de escribir sobre esto y tengo planeado seguir haciéndolo. Una especie de journal de mi progreso (espero, deseo, ansío) como persona de vida sana, de nuevo.

Así que chaucito, mi adorado dulce de leche. Te extrañaré y sé que vos a mí. Pero esta relación sha no puede seguir.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Fuiste mía

Esa noche decidiste salir sola. Raro en ti, que dependes siempre de alguien más. Raro en mí, que no te quise acompañar. Raro, en fin.

La duda no me iba a dejar tranquilo, así que salí tras de ti. Caminamos por más de cuatro horas sin que te dieras cuenta que te seguía. ¿Alguna vez te dije que me gusta verte caminar? El compás de tus hombros tiene un efecto hipnotizante en mí. Debe ser por eso que me gusta tanto seguirte.

Esas cuatro horas fueron muy productivas para ti. Cuatro horas. Tiempo suficiente para que compraras tus cigarros y los fumaras. La mayoría de ellos fueron durante la cuarta hora. No me gusta el olor del cigarro, pero es una delicia verte fumar. El humo se desliza entre tus labios como tus cabellos entre mis manos cuando te beso.

Cuatro horas. Tiempo suficiente para hacer unas cuantas llamadas. ¡Cómo se iluminaba tu rostro cuando te contestaban! Qué hermosa eres... Tu sonrisa es una de las pocas cosas que podría ver sin cansarme. Tus dientes pálidos son lo más cercano a la perfección.

En esas cuatro horas caminaste por nuestra plaza, por nuestro bar, por nuestro restaurante y por nuestro hotel. Nuestros todos, de nadie más. Hasta esa noche. Hasta esa noche en que "nuestro hotel" dejó de ser nuestro y pasó a ser de ustedes. ¿Te ha dicho él lo hermosa que eres?

Te vi salir. Lo vi salir. Tuviste el descaro de besarlo frente a mí. Él te besó el cuello y se largó. Tú echaste a andar. Miraste tu reloj y apresuraste el paso. Dudaste en ir por nuestro camino o tomar el atajo. Te decidiste por el último, porque yo te esperaba en casa y debía estar preocupado por tu demora.

Te adentraste en el callejón, a pesar del escalofrío que sentiste al no divisar absolutamente nada en las penumbras. Caminabas presurosa, como si tuvieses algún destino. La sombra de tu cuerpo iba siempre delante, larga, muy larga.* El escalofrío volvió con el silencio que te acompañaba y con la visión de una nueva sombra que acompañaba a la tuya.

Te tomé por el cuello y te tapé la boca. Te volteé para que vieras mi rostro y supieras que yo lo sabía. Los dos llorábamos, tú del dolor causado por mis manos, y yo por el dolor causado por tu traición.

Lo hice rápido. No quise hacerte sufrir, y no quise sufrir más yo. De pronto tu cuerpo se volvió más pesado. Te coloqué delicadamente junto a la acera y te dejé ahí, bella, como siempre. Podría haberme quedado ahí viéndote, sin cansarme.

¿Te he dicho alguna vez lo hermosa que eres?

Viernes 27 de agosto de 2010.


* "La sombra de tu cuerpo iba siempre delante, larga, muy larga". Oración -hasta donde sé- de Graciela Progano, profesora de Redacción literaria y publicitaria de Nueva Escuela de Diseño y Comunicación, Bs. As., Argentina. Este texto fue una asignación para esta materia.

domingo, 11 de julio de 2010

Autolavado de cerebro

Me duele que seas tan indiferente. Me parte el alma confiar tanto en ti. Estoy cansada de sentirme tan estúpida todo el tiempo.

Yo lastimo y pido perdón. Tú lastimas y... vuelves a lastimar.

Yo sola me metí en este juego, pero también soy conciente que decido cuándo se termina. ¿Será que me gusta sufrir?

¿A alguien puede gustarle sufrir?

Pues ya mismo se transforman estas líneas patéticas y melodramáticas. Ya me cansé de llorar, así que ahora voy a reír. Ya me harté de tu indiferencia, así que de ahora en adelante serás la persona más atenta del mundo. Serás el ejemplo de lo que se debe hacer y de cómo comportarse. Me harás sentir la persona más especial y sentiré que soy una reina. Me harás feliz con cada cosa que hagas, por mínima que esta sea. Volverás a hacerme creer en el amor y en todo eso que nos vende la sociedad.

Confiaré nuevamente en ti y creeré cada una de tus palabras, porque nunca me has mentido ni lo harías. Eres el hombre perfecto para mí. Serás el padre de mis hijos y te esperaré con la cena lista cuando llegues del trabajo. Luego, me haré la sorda cuando nuestras amistades me comenten que te vieron con otra. Seguro era alguien que se parecía a ti.

¡Qué felices seremos! Hasta que un día, ya de viejitos, despertaré a tu lado, pero tú nunca despertarás. Estarás tan tieso como si hubieses muerto hace días... Habrá dado resultado. Maldito viejo, ¡cuánto deseé este momento!

Domingo 11 de julio de 2010.

Contigo voy

Meto las manos a los bolsillos del saco y camuflo mi rostro en la bufanda. Si hubiese sabido que sentiría tanto frío, me hubiese puesto guantes. Voy conversando contigo en mi mente. Invento una historia para ti, en la que, por alguna razón, no aparecemos ni tú ni yo, pero que bien sabe representar nuestra vida juntos. De pronto me transporto hacia donde estás tú. Dejo de sentir frío. Saco las manos de los bolsillos y desentierro el rostro. Aún respiro por la boca, pero reemplazo el vapor que sale de ella por la luz del sol, que juega a cegarnos y hacernos entrecerrar los ojos. De pronto, me inclinas hacia atrás y me robas un beso. Loco, bandido...

En el mundo real he resbalado y he caído al suelo. Varias personas intentan ayudarme, pero se alejan al ver que no dejo de reír. Deben pensar que estoy loca.

Estoy loca.

Me tomas de la mano y me levantas del suelo. No podemos dejar de reír. "Pídele el auto a S. y llévame al mar". No he terminado de decir la frase, pero ya estamos en camino.

Juego en la arena con los pies y te llevo hasta la orilla. Siente el agua... Qué delicia, ¿verdad? Me pongo detrás de ti y cubro tus ojos con mis manos. "Olvídate de D., de V. y de A.". Olvidémonos de todas las iniciales. Pensemos en el final de esta historia.

Vuelvo al frío. Tomas mi mano y junto a la tuya la pones en tu bolsillo. No reniegues del clima y acompáñame, que yo ya soporté el calor. Inventa una historia para mí, en la que, por alguna razón, solo aparezcamos tú y yo.

Pero qué bien se ve nuestra vida juntos.


Gracias M. por acompañarme en esta creación.

Domingo 11 de julio de 2010.

miércoles, 23 de junio de 2010

Tuya

Estoy sola, pero ahora no estoy sin ti. Tu presencia es constante en mi vida. Me acuesto y acomodo mi cabeza sobre la almohada, como si fuese tu pecho. Te extraño.

Abrazo el aire. Un vacío que está lleno de tu amor. Te necesito.

Camino, camino mucho. Fumo más, a veces menos. Te pienso. Espero el día en que volvamos a estar juntos. Te siento. No necesito tenerte a mi lado para amarte, solo necesito amarte para tenerte a mi lado.

Te espero.

Aunque en realidad eres tú quien espera por mí, allá. Tan lejos. Tan cerca. No es difícil. Lo difícil ya se fue. Lo difícil ya vendrá. Pero ahora es diferente, nosotros somos diferentes. Lo difícil no da miedo.

Te amo. Y es por eso que te escribo, que te necesito, te pienso y te espero. Si no lo hiciera, no lo haría. Y es por hacerlo que me muero, que sin tenerte desaparezco, que por amarte me desenvuelvo... Por todo esto te pertenezco.

Miércoles 23 de junio de 2010.

No más romance

Ya no quiero hablarle al amor. Ya no quiero ilusionar con mis palabras. Ahora quiero destrozar los corazones y enfrentarme a las espantosas consecuencias. Quiero ser quien decepcione, quien traicione y perjudique. Pienso entrar en ti despacio y luego jugar con tus sentimientos.

Quiero hacerte llorar.

Debo vengar todas mis decepciones y documentar mi gran engaño. Debo adueñarme de ti y conocerte intensamente. Solo así podré herirte donde más te duela.

Pienso seducirte con mis mejores armas y luego hacerte suplicar. Usaré todas mis mañas y lograré hacerte llorar.

Te sentencio a sufrir las consecuencias de los traumas que me acompañan. Te condeno a una vida de dolor, sufrimiento y decepciones, tragos amargos, llanto y desilusión.

Vestiré de luto tu alma. Desgarraré tu abatido corazón. Jugaré nuevamente con tu mente. Suplicarás a mi nombre perdón. Y cuando haya terminado contigo sentirás que te mueres de amor. Mas no vuelvas nunca a mi puerta, pues cuando llames atenderá mi rencor.

Sábado 19 de junio de 2010.

miércoles, 16 de junio de 2010

-

El silencio es, a veces, la mejor respuesta.
"¿Para qué hablar cuando nadie te entiende?"
En la monotonía de las palabras
se pierde todo sentido de expresión
y asoma la incertidumbre de la equivocación.

Entonces callo. Callo y trago mi orgullo.
Entonces mi orgullo decrece. Decrece y me lamento.
Pero es un lamento silencioso. Entonces no es un lamento.
Pero en esta pseudo meditación me encuentro
Y encuentro que no me gusta lo que encuentro.

Jueves 03 de enero de 2008.

Singing blues

Por la carretera en tu convertible azul.
Sí.
El viento me hace cerrar un poquito los ojos.
Qué felicidad, qué energía... Qué paz.
Cómo me gusta cuando tocas mi cabello, sobretodo si empiezas por la nuca.
Me tomas por el hombro y me acercas hacia ti. Estoy protegida.

A dónde vamos no me importa, solo sé que estoy aquí.
Me importa más saber que tú también.
La música suena fuerte, pero le subo el volumen y empiezo a cantar para ti.

I remember the first time I saw you
The tears in your eyes look like they're tryin' to say
"Oh little boy you know I could love you
But first I must take my get away"

Me miras, confundido.
Te cojo de la cabeza y te doy un beso.
"No me voy a ningún lado".
Sonríes.
Nos amamos tantísimo...

Cierro los ojos y alzo los brazos para sentir el viento en ellos. Qué delicia.
De pronto, siento que el auto se va deteniendo.
Abro los ojos.
Te has estacionado a un lado de la carretera y te pregunto por qué.
Me miras, pero no contestas.
Sonríes. Me besas. ¡Qué beso!
Tus manos acarician mis mejillas mientras tus cautivantes labios me hacen olvidar todo.

Me abrazas.
"Nunca te voy a dejar ir", me dices.
"Yo lo sé", respondo.
Sonríes y vuelves a encender el auto.

Estamos de nuevo en camino.
Creo que no quiero llegar jamás.

Miércoles 16 de junio de 2010.

Bonheur

Gotas de mi sangre bañan tu rostro
y tú sólo te mantienes en pie.
Paralizado, estúpido... patético.

Tu sonrisa...
Lo has logrado.
Creo ver una lágrima caer,
pero qué ilusa soy.

Me miras hipnotizado
y vuelves a sonreír.
Mi cuerpo yace junto a ti, inerte.
Tú no te inmutas, sólo sonríes.

Me elevo.

Creo verte sonreír.
La lágrima sí rondaba tu mejilla,
pero estaba acompañada de esa sonrisa hipócrita que creí ver.

Eres feliz.
Y por un momento, yo también.

¿Será esto el amor?

Miércoles 16 de junio de 2010.

El vacío

Un hueco en el estómago. Miles de kilómetros bajo mis pies. Lluvia de meteoritos y lágrimas...

Miro hacia abajo. Vacío. Qué rica esta sensación. Vuelvo en mí y miro hacia abajo. Qué horrible esta sensación.

Me encuentro al final de una hoja sin palabras y sin embargo siento mi cabeza girar.

Estoy viva.

Lunes 26 de abril de 2010.

sábado, 12 de junio de 2010

Ocho

Si me escondo es porque noto
que tú quieres encontrarme,
aun sabiendo que no vuelvo
de tu amor a enamorarme.

Desde siempre te he anhelado.
¡Desde cuándo has importado!
Sin embargo a mi lado
desde nunca has estado.

Entre guerras y batallas
tú me ayudas a encontrarme.
Mas te pienso y no deseo
que imagines aún amarme.

Así que debo alejarme
y borrar todo pasado
será fácil si te alejas
si te alejas de mi lado.

No es tan simple como creo,
mas lo tengo decidido:
dejaré atrás los absurdos
y estas rimas sin sentido.

Viernes 11 de junio de 2010.

lunes, 17 de mayo de 2010

Lluvia

Hoy pasé bajo un árbol y sus flores llovieron sobre mí.
Mañana lloverá el agua regular.
No importa.
Las flores ya llovieron.
Y tú no estabas ahí.

Lunes 17 de mayo de 2010.

miércoles, 28 de abril de 2010

Al cielo

Si tú quieres, yo te llevo
Si me quieres, déjame llevarte
Si me dejas, yo te llevo
Si te dejas, yo te elevo.

Miércoles 28 de abril de 2010