domingo, 11 de julio de 2010

Autolavado de cerebro

Me duele que seas tan indiferente. Me parte el alma confiar tanto en ti. Estoy cansada de sentirme tan estúpida todo el tiempo.

Yo lastimo y pido perdón. Tú lastimas y... vuelves a lastimar.

Yo sola me metí en este juego, pero también soy conciente que decido cuándo se termina. ¿Será que me gusta sufrir?

¿A alguien puede gustarle sufrir?

Pues ya mismo se transforman estas líneas patéticas y melodramáticas. Ya me cansé de llorar, así que ahora voy a reír. Ya me harté de tu indiferencia, así que de ahora en adelante serás la persona más atenta del mundo. Serás el ejemplo de lo que se debe hacer y de cómo comportarse. Me harás sentir la persona más especial y sentiré que soy una reina. Me harás feliz con cada cosa que hagas, por mínima que esta sea. Volverás a hacerme creer en el amor y en todo eso que nos vende la sociedad.

Confiaré nuevamente en ti y creeré cada una de tus palabras, porque nunca me has mentido ni lo harías. Eres el hombre perfecto para mí. Serás el padre de mis hijos y te esperaré con la cena lista cuando llegues del trabajo. Luego, me haré la sorda cuando nuestras amistades me comenten que te vieron con otra. Seguro era alguien que se parecía a ti.

¡Qué felices seremos! Hasta que un día, ya de viejitos, despertaré a tu lado, pero tú nunca despertarás. Estarás tan tieso como si hubieses muerto hace días... Habrá dado resultado. Maldito viejo, ¡cuánto deseé este momento!

Domingo 11 de julio de 2010.

Contigo voy

Meto las manos a los bolsillos del saco y camuflo mi rostro en la bufanda. Si hubiese sabido que sentiría tanto frío, me hubiese puesto guantes. Voy conversando contigo en mi mente. Invento una historia para ti, en la que, por alguna razón, no aparecemos ni tú ni yo, pero que bien sabe representar nuestra vida juntos. De pronto me transporto hacia donde estás tú. Dejo de sentir frío. Saco las manos de los bolsillos y desentierro el rostro. Aún respiro por la boca, pero reemplazo el vapor que sale de ella por la luz del sol, que juega a cegarnos y hacernos entrecerrar los ojos. De pronto, me inclinas hacia atrás y me robas un beso. Loco, bandido...

En el mundo real he resbalado y he caído al suelo. Varias personas intentan ayudarme, pero se alejan al ver que no dejo de reír. Deben pensar que estoy loca.

Estoy loca.

Me tomas de la mano y me levantas del suelo. No podemos dejar de reír. "Pídele el auto a S. y llévame al mar". No he terminado de decir la frase, pero ya estamos en camino.

Juego en la arena con los pies y te llevo hasta la orilla. Siente el agua... Qué delicia, ¿verdad? Me pongo detrás de ti y cubro tus ojos con mis manos. "Olvídate de D., de V. y de A.". Olvidémonos de todas las iniciales. Pensemos en el final de esta historia.

Vuelvo al frío. Tomas mi mano y junto a la tuya la pones en tu bolsillo. No reniegues del clima y acompáñame, que yo ya soporté el calor. Inventa una historia para mí, en la que, por alguna razón, solo aparezcamos tú y yo.

Pero qué bien se ve nuestra vida juntos.


Gracias M. por acompañarme en esta creación.

Domingo 11 de julio de 2010.