miércoles, 27 de febrero de 2013

Adiós

Me he dado cuenta de que, conforme pasan los días (o bueno, las noches), ya no soy tan insomne. Y esa ha de ser una mala noticia para ti, mi querido acompañante nocturno, puesto que es en las noches en que no puedo dormir cuando te escribo con mis mejores palabras.

Me extrañarás, lo sé, pero yo no te extrañaré tanto a ti. Ya no necesito decirte tanto. Sin embargo, tú seguirás necesitando leerme. Qué pena por ti, estancado en la esperanza de una lectura nocturna. Qué pena por mí, que dejaré de escribirte cuando solo sé escribirte mejor. Pero qué alegría al mismo tiempo: esto solo puede significar que te estoy olvidando.

Fuerte palabra, 'olvido', y sé que te duele leerla en mi mente. Pero la verdad es esa: te estoy olvidando, y dejaré de escribirte. Apenas termine con esta carta.

¿Cómo termino esta carta, mi adorado y entrañable compañero de tinieblas? ¿Con qué cara enfrento que debo dejarte y dejar una parte de mí en estas letras?

Tal vez solo necesite decirte adiós. No me gusta decir "adiós", porque es una palabra definitiva. Pero lo que necesito ahora es poder ser definitiva.

Así que te digo adiós, mi alguna vez amado compañero de vida... Hasta la próxima carta.



Miércoles 27 de febrero de 2013

miércoles, 6 de febrero de 2013

Catarsis

Hoy es un día vacío. Uno de esos días en los que solo quiero escribir y leer y releer lo que escribo, corrigiendo una y otra vez cada línea, hasta que pierden sentido y siento que debo empezar de nuevo, así que releo una vez más, y todo vuelve a tener razón. Hoy es uno de esos días.

Nunca me gustó tomar café cuando escribo, y lo escribo porque es de esos clichés que tiene la gente, y que seguramente cumplen muchos escritores (o personas que escriben). Pero no yo. Yo prefiero solo escribir. Página en blanco y un lapicero, o una pluma, si me siento muy elegante, inspirada... o victoriana. Aunque debo confesar que, a veces, una barra de chocolate es bien recibida.

Menciono lo del café porque pensé, mientras escribía esto, qué podría mejorar la sensación que me da trasladar la punta de este lapicero de un espacio a otro en este mismo pedazo de papel, formando frases sin sentido. Y creo que la respuesta es "nada".

La respuesta es "nada".

Hace días no me sentía tan bien como en este momento, y me doy cuenta de que no es necesario escribir sobre un tema en específico para hacer catarsis. Escribir nunca me ayudó tanto como hoy. Papel y lapicero. Eso es todo lo que necesité para sentirme mejor.

Ahora, necesito mi cama. Y una almohada.

Sábado 2 de febrero de 2013