Me extrañarás, lo sé, pero yo no te extrañaré tanto a ti. Ya no necesito decirte tanto. Sin embargo, tú seguirás necesitando leerme. Qué pena por ti, estancado en la esperanza de una lectura nocturna. Qué pena por mí, que dejaré de escribirte cuando solo sé escribirte mejor. Pero qué alegría al mismo tiempo: esto solo puede significar que te estoy olvidando.
Fuerte palabra, 'olvido', y sé que te duele leerla en mi mente. Pero la verdad es esa: te estoy olvidando, y dejaré de escribirte. Apenas termine con esta carta.
¿Cómo termino esta carta, mi adorado y entrañable compañero de tinieblas? ¿Con qué cara enfrento que debo dejarte y dejar una parte de mí en estas letras?
Tal vez solo necesite decirte adiós. No me gusta decir "adiós", porque es una palabra definitiva. Pero lo que necesito ahora es poder ser definitiva.
Así que te digo adiós, mi alguna vez amado compañero de vida... Hasta la próxima carta.
Miércoles 27 de febrero de 2013